Mauricio Redoles en su famosa canción “Cuando Llegará el Socialismo” ya expresaba a algunos “la CIA no los va a desclasificar nunca, porque le trabajan gratis”. Otros ya a finales de los noventa afirmaban que la Concertación había terminado el trabajo que no pudo hacer la dictadura, específicamente con la desarticulación del tejido social y promoción de los miedos de comunicación hegemónicos, haciendo desaparecer los espacios alternativos.
Esto parece tan intangible, si bien es profundo y muy difícil de juzgar intenciones, si se puede apreciar una postura desde la lógica de “los expertos”, que había que dejar a los que supuestamente sabían, quienes no solo con predicar desde el poder y la verdad, también instalaron “las políticas de los acuerdos” con aquellos que habían llegado a sus cargos como premio de haber respaldado con su trabajo, a la dictadura cívico-militar. Pero en ningún momento se planteó la participación directa de los ciudadanos, nada de mecanismo que busquen algo de democracia directa o de educación cívica, el mayor grado de democracia es llamar a elecciones cada 4 años.
Estos resultados los podemos ver de manera pragmática, en el manejo de fechas claves e históricas, las cuales deberían ser días de memoria, de educación, de reflexión sobre el concepto de patria, para entender que hay cosas en la existencia humana que no pueden volver a pasar.
Pero no, utilizaron todo el poder en aplicar estratégicamente la criminalización de fechas importante y focalizarlas en la gestación de violencia, para secuestrar la conciencia social, logrando desaparecer cualquier atisbe de encuentro ciudadano o de expresión que busque alguna demanda de dignidad. Así poder gobernar tranquilo, manteniendo acuerdos de elites, y poder eternizarse en los cargos, para los cuales solo la naturaleza y la lógica del tiempo de vida podría sacarlos.
En este tipo de políticas «Concertacionistas», Boric no es la exención, tomando con firmeza el legado y el manual de Ricardo Lagos, aplicó exactamente la misma receta para este 11 de septiembre y 18 de octubre. Aplicando el paso uno, donde las elites “calentaron” esta fecha, hablaron de violencia y Carabineros durante varias semanas, los medios de comunicación solo funcionaron como amplificadores de sus palabras, y al igual que en el deporte, hablaron tanto de violencia y generaron tanta estigmatización sobre la fecha, que la ciudadanía no se hace partícipe, ya que sabemos que el resultado del partido será con un par de tarjetas amarillas, lesionados y tarjetas rojas repartidas para los equipos.
Pero el siguiente paso también es igual de importante, el gobierno impulsa a través del transporte y el empleo, el caos y miedo. La locomoción comienza a mostrar horarios especiales y cambios de ruta, en los trabajos y centros educativos se manifiesta con cambios en la hora de salida o suspensión de cosas. A esta altura sabemos que no se busca un país que pretende educar a través de la reflexión y la memoria.
Luego el manual continúa con la fuerza policial, en un ambiente absolutamente convulsionado intencionalmente, la aparición de uniformados, armados, carros lanza gases, rodeando completamente el lugar de conmemoración, haciéndolo irrespirable, pero también muy intimidante a quien ose de recurrir a su derecho fundamental de reunirse en vía pública.
Ahora esto no puede finalizar solo con eso, la prensa debe cumplir con su rol de amplificador, mostrando constantemente su deseo de registrar las mejores imágenes sobre violencia en vivo, pero también continuando con el show por varios días más, a través de testimonios, mezclando la delincuencia con la manifestación y llevando a debatir a personajes que pareciera que están en contra, pero el fondo creen en este mismo procedimiento, utilizando las pantallas solo para darse las famosas cachetadas de payaso.
Que distinto sería si el Estado pensara en estas fechas como en un momento clave para la sociedad, donde se invita a reflexionar y se criminaliza lo verdaderamente importante, como las muertes, torturas y violaciones ejecutados por el aparataje estatal. Perfectamente podría mostrarse un mensaje distinto a través de actos culturales, discusión en las aulas, cabildos barriales y un sinfín de propuestas que en cualquier parte normal del mundo que busca evolucionar y no cometer los mismos horrores, se establecen.
Pero nuestro Chile es igual de distinto y estos gobiernos de supuestamente de izquierdas también, tanto así, que son capaces de crear una estrategia, invertir recursos y dedicar el máximo de sus tiempos y agendas, para buscar criminalizar y destruir las fechas de memoria y reflexión, condenándonos a que nuevamente el pueblo vuelva a ser víctima de la violencia estatal.